Parece que la tormenta amaina y, con la calma, el público espera poder pagar menos por disfrutar de espectáculos artísticos. Pero puede que no haya calma tras la tormenta, o que se trate de una calma chicha.
El pasado día 29 fue un día muy esperado por muchos de los que desde 2012 clamaban contra la subida del IVA cultural al 21%. Quizás esperaron durante demasiado tiempo. La reducción del IVA al 10% llega tras una debacle notoria del sector cultural causada, en buena parte, por dicha subida. Además, se revierte de manera parcial, pues la música grabada, el cine y el libro electrónico seguirán estando gravados con el 21%.
Por el camino han quedado más de un centenar de salas de cine y una treintena de teatros cerrados, según el Anuario de Estadísticas del Ministerio de Cultura. Asimismo, según el último anuario de la SGAE, entre 2012 y 2015, se perdieron 4.059 funciones de teatro, 565 de danza y unos 26.000 conciertos.
Durante todo este tiempo, España ha tenido una de las tasas más elevadas de Europa, muy lejos de los niveles de países como Italia (10%), Alemania (7%) o Francia (5,5%).
Con todo, la reducción del IVA es una noticia positiva. Así lo afirma Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM) en declaraciones a El País: “Llega tarde. Es algo que el sector reclamaba desde hace mucho tiempo, y además se demostró que tampoco se logró el objetivo recaudatorio que pretendía el Gobierno. Aun así, nos alegramos y hay que celebrarlo”.
Sin embargo, esta vuelta a porcentaje previo a 2012 no supondrá, necesariamente, una disminución del precio de las entradas de espectáculos ya que, tal como comenta Jacobo Pallarés, presidente de la Red de Teatros Alternativos, en declaraciones al mismo diario: “La mayoría de las salas de nuestra asociación asumió la carga y no subió los precios, que ya están bajo mínimo. Ahora no sería de recibo que los reduzcamos”. Es decir, muchas de las salas de espectáculos y exhibición asumieron el incremento de la tasa manteniendo el precio de las entradas, por lo que ahora se verían obligados a recuperar el esfuerzo invertido, aumentando los ingresos.
De esa manera, puede que muchas salas de conciertos y teatros mantengan el precio de sus entradas y que el público no note de manera inmediata una mejora sustancial en su gasto en espectáculos. Algunos exhibidores, en cambio, sí aplicarán una rebaja de sus precios. Habrá que esperar para ver con exactitud cual es la evolución del mercado cultural tras la nueva medida.