La Audiencia Nacional ha ordenado el ingreso en prisión de Valtonyc. Es decir, la Audiencia Nacional ha ordenado el ingreso en prisión del que, salvo (grata) sorpresa, será el primer músico preso en la historia de la democracia (¿democracia?) española por el contenido de sus letras. En un plazo de diez días desde el pasado lunes 14 de mayo, el rapero mallorquín, cuyo nombre legal es José Miguel Arenas Beltrán, está llamado a presentarse ante las instituciones penitenciarias para ingresar en prisión y cumplir una pena de tres años y medio por amenazas, enaltecimiento del terrorismo e injurias a la corona. Además, ha sido condenado al pago de una indemnización de 3000€ a Jorge Campos, presidente del Círculo Balear, por amenazas.
Desde La Cupula Music queremos expresar nuestra absoluta y profunda repulsa ante esta vil, impía y desmesurada condena, así como ante esta política judicial propia del medievo. La decisión de la Audiencia Nacional atenta contra la libertad de expresión, contra los derechos elementales de los españoles y contra el sentido común y no es coherente con otras condenas muy sonadas que mantienen en libertad a sus condenados que no son músicos sino familiares de castas reales o políticos.
En su extraordinario análisis de los métodos de castigo y vigilancia a lo largo de la historia de Occidente, titulado Vigilar y Castigar (1975) [1], Michel Foucault denominó el modelo penal imperante en la Edad Media, y hasta el siglo XVIII, como el modelo de Suplicio. A diferencia del método de Castigo, que fue el modelo predominante en la sociedad occidental a partir del siglo XVIII, el Suplicio procuraba que la pena impuesta a aquellos que violaran la ley, respondiera a una necesidad de venganza por parte de aquellos que ostentaban el poder y la regencia [2], únicos sujetos susceptibles de ser reconocidos como damnificados. En ningún caso el método del Suplicio pretendía imponer penas con un objetivo de reparar los daños causados, ni se distinguían por la proporcionalidad y utilidad de la misma.
Apunta Foucault que el primer principio que se pretende que rija la imposición de penas posteriores al Antiguo Régimen es que estas deben ser lo menos arbitrarias posible. ¿Acaso es Valtonyc el primero que en los 40 años de la España democrática (¿democrática?) amenaza, enaltece el terrorismo e injuria al rey? ¿Por qué el sistema judicial responde ante él como nunca antes por actos semejantes?
La arbitrariedad es flagrante. La pena de prisión desproporcionada. La acción del estado cruel y autoritaria.
La deriva de los poderes del Estado Español en estos últimos años recuerda al totalitarismo, y desde nuestra firme defensa de la libertad de expresión, condenamos su decisión. Esta sentencia y su ejecución supone un terrible error por parte del estado y sienta un peligroso precedente.
Nos solidarizamos con Valtonyc y con sus allegados y le expresamos todo nuestro apoyo.
Compartimos el comunicado emitido por la familia del músico:
[1] Foucault, M. (2012) Vigilar y castigar, España, Biblioteca Nueva - Siglo XXI.
[2] Es preciso apuntar que, en el Estado Español presente, la regencia la ocupa alguien legitimado por los mismas razones que la ocupaban los regentes del siglo XV.